En los Evangelios de los Apóstoles del Nuevo Testamento encontramos la enseñanza oral de Jesús, donde por medio de ejemplos instruía a la comunidad sobre el Reino de Dios y los acontecimientos futuros. Jesucristo empleó para enseñar el lenguaje ilustrativo de la parábola: Historias que narran situaciones familiares y que encierran una moraleja. La razón por la cual siempre enseñaba con parábolas es porque Jesús buscaba que el pueblo entendiese los principios del Reino de los cielos no con sus oídos sino con el corazón. Por ello usó una costumbre típica del pueblo hebreo, enseñar mediante imágenes literarias comunes a la gente, ilustraciones del día a día. Hablar en parábolas y comparar situaciones sencillas con grandes verdades no sólo despertaba el interés sino mantenía cautiva la atención de los espectadores. A la vez, ocultaba la verdad de los enemigos.
Jesucristo nos dejó 54 parábolas en total, las cuales en ocasiones se repiten en los distintos evangelios. Esta repetición se debe a que Jesús decidió mostrarse a nosotros desde varios ángulos, para que lo pudiésemos conocer mejor; por ello empleó cuatro evangelios (Lucas, Juan, Mateo y Marcos) y no sólo uno. Las parábolas de Jesús son ricas, hermosas, sencillas; nos enseñan grandes cosas que pueden guiar nuestro proceder exitosamente en casi cualquier situación. Seguidamente, estudiaremos seis de sus parábolas más representativas:
Parábola del Sembrador: Mateo13: 3-9.
”Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: "Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se marchitaron y por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga."
Explicación de Jesús: (Mateo 13: 18-23) “Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta." De la explicación que nos dejó el mismo Jesús, extraemos que no toda persona que oye el mensaje de Salvación conserva esta verdad en su corazón. No es fácil perdonar a los que nos ofenden ni dejar que se haga la voluntad de Dios en nuestras vidas; odiar y vengarnos es más sencillo. No es fácil dejarle todo a Dios en sus manos. ¿Quiere usted ser una tierra desértica o un jardín abonado para el Señor? La decisión es suya. Por otra parte se desprende que nuestra misión es esparcir la semilla a todo aquel que podamos, sin acepción de personas, sin pensar que no vale la pena llevar la palabra a alguien que no cambiará su modo de vivir. No tenemos por qué juzgar a los demás. Esa no es la actitud. Hay que hablar con amor, con el lenguaje que sepamos podrá entender nuestro interlocutor, sin prejuicios ni discriminación. El sembrador no se detuvo a contemplar el tipo de terreno donde caería su semilla, sólo la lanzó. Dios hace el resto, para juicio o para bendición.
Parábola de la Cizaña y el Trigo: Mateo 13: 24-30.
“Otra parábola les propuso, diciendo: “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." los siervos le dijeron: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?" respondió: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”
Explicación de Jesús: (Mt 13:36-43) “Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo”. El respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.” El Señor Jesús nos revela cómo será el final de los tiempos y que no para siempre dominarán los hacedores de maldad aquí en la Tierra. Esta es la explicación de por qué algunas personas hacen lo malo y parecieran salirse con la suya: Porque el tiempo de su juicio aún no ha llegado y mientras llega, continúan acumulando cargos en su contra. Existe un día, una hora, en la que Dios se sentará en Su Trono y pasará revista por los hechos de cada uno de nosotros. Tomemos esto en cuenta y no vivamos como si nadie nos estuviese observando.
Parábola del Grano de Mostaza: Mateo13: 31-32.
“Otra parábola les propuso: “El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.”
La parábola del grano de mostaza nos enseña que aunque la predicación del Reino de Dios comenzó por aquellos 12 discípulos, la palabra de vida se extendió indeteniblemente por toda la tierra. Quiso el Señor dar aliento a sus apóstoles, dada la titánica labor que tenían por delante y a la vez, dar una prueba de su grandeza, pues como la semillita sucedió exactamente con la predicación del Reino de Dios. El Señor Jesucristo señaló a sus apóstoles que su segunda venida sería cuando la palabra de salvación hubiese llegado a todos los confines de la tierra…Esto ya está cumplido amigo lector. Cada vez nos acercamos más al día cuando todo ojo verá a Jesús regresar a la tierra cubierto de su hermosa gloria. Ese día se abrirán los libros de los hechos de los hombres y según hayamos hecho seremos juzgados.
Parábola de la Oveja Perdida: Lucas 15: 3-7.
“Entonces les dijo esta parábola: “¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que
se me había perdido." Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión.”
La voluntad de nuestro Padre es la misma desde hace miles de años: que nadie se pierda, que todos tengamos la vida eterna…visto de esta manera, Dios se les manifiesta y ama a los que están con El, pero ama igualmente a los perdidos; anhelando reposar junto a ellos y poder manifestárseles también. La parábola de la oveja perdida nos presenta a Jesús como un pastor que cuida a TODAS sus ovejas y que se apresura a buscar aunque sea a una sola que se haya salido de su redil. Revisemos el escenario: Jesús trata con cobradores de impuestos y públicos pecadores. En cambio, fariseos y escribas (judíos entendidos de la Ley) se atenían al principio: «Nadie se junte con un impío, ni siquiera para introducirlo en el estudio de la ley». Siquiera comer con ellos era «imposible». Jesús por el contrario, encarna al Padre en la Tierra, quien sigue amorosamente al pecador y espera su conversión. Así es nuestro Dios y Jesucristo vino a revolucionar las leyes dejando dos nuevos mandamientos que sustituían las 623 leyes judías de su tiempo: Ama al Señor tu Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. ¿No es simplemente maravilloso? Abandonamos de esta forma la época de La Ley para entrar en el período de La Gracia, donde ya no somos salvos por las buenas obras sino por la fé.
El Rey David le escribió a Dios en el Salmo 119: “Viva mi alma y a ti alabe, y vengan tus decretos en mi ayuda. Como oveja perdida, voy errante; busca a tu siervo porque no he olvidado tus mandatos” (Sal 119: 176) e Isaías profetizó sobre Jesús: “He aquí el Señor Dios que viene... Como un pastor, apacentará su rebaño, recogerá con su brazo los corderillos, los tomará en su seno, y conducirá él mismo las ovejas recién paridas” (Isaías 40:9-11). Como observamos, la encomienda de Jesucristo de ser nuestro pastor le fue asignada desde el comienzo de los tiempos. Tenga por seguro que hay gran alegría en los cielos y contentamiento en el corazón de Dios cada vez que uno solo de sus hijos deja de hacer el mal para volver su rostro a El. Por consiguiente repetimos: Dios no quiere que nadie se pierda, así que el ladrón más vil y aún el asesino tiene cabida en el reino de Dios si se arrepiente. ¿Recuerda que dos ladrones fueron crucificados junto a Jesucristo y uno de ellos al arrepentirse, recibió promesa del mismo Jesús de que en ese mismo día reinaría junto a El en el Paraíso? Así trabaja Dios. No maltrate, ni despotrique, ni menosprecie nunca a quien teniendo un pasado triste como las drogas o el alcohol haya decidido cambiar. Todos tenemos derecho a dejar el pasado atrás y convertirnos en lo que merecemos ser. Ante los ojos de Dios todos valemos lo mismo. Estamos llamados a ser misericordiosos así como lo es el Señor con nosotros, quien hace llover y salir el sol cada día sobre justos e injustos por igual.
“Pero si el impío se apartare de todos sus pecados que ha cometido, y observare todos mis preceptos, y obrare según derecho y justicia, tendrá vida ciertamente, y no morirá. De todas cuantas maldades haya él cometido, yo no me acordaré más: él hallará vida en la virtud que ha practicado. ¿Acaso quiero yo la muerte del impío, dice el Señor Dios, y no, antes bien, que se convierta de su mal proceder, y viva?” (Ezequiel 18: 21-23).
Parábola de las Diez Vírgenes: Mateo 25: 1-13.
“El reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes, y cinco fatuas. Las que eran fatuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron. Y a la media noche fue oído un clamor: He aquí, el esposo viene; salid a recibirle. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas. Y las fatuas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan, mas las prudentes respondieron diciendo: “Porque no nos falte a nosotras y a vosotras, id antes a los que venden, y comprad para vosotras”. Y mientras que ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Mas respondiendo él, dijo: “De cierto os digo, que no os conozco”. Velad pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir”.
Esta enseñanza es sumamente importante para nosotros. Es una profecía para los tiempos finales y los conocedores de la Biblia, los investigadores, maestros y profetas de Dios están de acuerdo en que vivimos en los tiempos finales. Esto hay que tomarlo con seriedad porque el regreso que Jesús anunció para buscarnos está cada vez más cerca. Debemos tomar conciencia de ello. Esta no es una parábola sobre gente mundana, los llamados “inconversos” sino sobre los mismos cristianos. Esto debe obligarnos a reflexionar. Las vírgenes simbolizan las personas escogidas para reinar con Cristo. Todas ellas aceptaron a Jesús como Señor y creyeron en su promesa de que regresaría por ellas; profesan incluso su palabra y son miembros conocidos de iglesias y aún pastores. Pero hay un detalle: son amadoras de sí mismas. La palabra Fatua significa “poco precavida” o “desobediente” o “falta de inteligencia”. Fatua significa soberbia, engreída, vanidosa, altanera y arrogante. Algunos cristianos son altivos de corazón, no se dejan guiar por nadie y no quieren entregar sus áreas a Dios. Hay quienes no tienen humildad para reconocer cuando se equivocan, no admiten consejos y creen que por el poco o mucho conocimiento que tienen se les debe rendir pleitesía. Otro tipo de cristiano mira despectivamente al hermano que tiene menos dinero que él. Estas son realidades del pueblo de Dios, de lo contrario Jesús no lo habría advertido. Si analizamos bien la parábola notamos que en un punto, estas personas hasta intentan ser tropiezo para quienes sí han guardado la palabra de Dios. Jesús nos exhorta a no permitir que nos afecten y a mantenernos firmes. Nosotros también somos la lámpara de la parábola y nuestro combustible o aceite es la fé. La fé es lo que motoriza las acciones que realizamos. Sin fé ¿cómo agradaremos a Dios? Estas personas intentarán quitarnos la fé. Creen equivocadamente que quitándole a los demás serán mejores y más dignos de los favores de Dios. Cuidado. Si usted conoce a alguien que al hablarle sobre la palabra de Dios no le transmita paz sino que por el contrario le enjuicia, le condena, usa citas bíblicas para manipularle, pretende obligarle a vivir de una forma determinada o a hacer algo porque según él, eso es lo que Dios quiere; aléjese corriendo tan pronto como pueda. El mensaje de Jesús son las buenas nuevas de Salvación y su palabra es vida y vida en abundancia. Dios llega a nuestras vidas y luego tiene maneras individuales de tratar con cada persona. El Señor nos procesa para obtener lo mejor de nosotros de formas muy distintas y sus planes no son nuestros planes, así que nadie es juez competente para juzgarnos. Más bien debemos edificar y ser edificados. Este llamado que realiza Jesucristo a ser precavidos, no es en cuestión, un aviso para que procuremos reconocer las señales que anunciarán su segunda venida. Es para que nos mantengamos en un proceso continuo de limpieza emocional y espiritual a fin de ser agradables a su vista cuando El venga. Si Usted en una de las vírgenes fatuas, arrepiéntase. Hágalo mientras pueda porque el Señor no quiere que nadie se pierda. Recuerde que el señor de la parábola vino a buscar a diez vírgenes, no a cinco. Todo depende de usted.
Una Parábola Aleccionadora: La Parábola de Los Talentos
En Mateo 25 del verso 14 en adelante, la parábola de los talentos cuenta la historia de un señor que se fue lejos, repartiendo sus bienes a sus siervos conforme a sus capacidades. A uno de ellos dio cinco talentos (un talento era una moneda griega muy usada en la antigüedad) a otro dio dos talentos y al tercero de ellos le dio uno. Al regresar el señor, pidió cuentas del dinero que les había dejado. El siervo que recibió cinco talentos, produjo cinco más. El que tenía dos talentos hizo dos más sobre ellos. Y el que había recibido un talento dijo a su señor: “conocía que eres hombre duro, que siembras lo que no segaste y recoges donde no esparciste”. Respondiendo su señor le dijo que era un siervo malo y negligente.
Aunque esta parábola habla sobre dinero, el problema no es el dinero, sino la productividad. La vida no siempre puede medirse en años, pero sí en logros. A veces no es el dinero que ganamos lo que nos da satisfacción, sino lo que hemos producido. Ten la conciencia y la conducta de una persona productiva. Para producir es necesario ver lo que tenemos en lugar de fijarnos en aquello de lo que carecemos. Dios nos ha dado algo a cada uno de nosotros; algún don, virtud, habilidad, aptitud, privilegio o agilidad; según nuestros medios y disposición. Todos tenemos la obligación de producir, de multiplicar eso que tenemos. Algún día, Dios nos va a pedir cuentas de lo que hacemos con lo que nos ha dado. ¿Acaso Dios encenderá una lámpara y la colocará debajo de una mesa? No tendría sentido. Si tienes una luz es para alumbrar a todo tu alrededor, por ende, al desaprovechar tus recursos estarás siendo negligente. No se trata de obtener dinero con tus dones, si no de desarrollarlos y usarlos sabiamente a fin de ser el siervo fiel que sea felicitado al rendir cuentas. Solemos vivir pensando que nuestras cosas son nuestras y las desperdiciamos pensando por ejemplo “Esto es mío y si se pierde es mi problema. Esta es mi vida y yo hago con ella lo que quiera, total, no le hago daño a nadie”… ¿Alguna vez ha pensado que el mundo y su plenitud son de Dios y que lo que Ud. tiene, incluso su vida, su cuerpo y su tiempo se lo ha dado Dios para que lo administre? Pensar así ciertamente debería cambiar la forma en que vivimos.
Analicemos al hombre con un sólo talento. Algunos dicen que no invirtió el talento porque temía perderlo. Pero no fue así. Este siervo declara que sentía temor de su jefe porque le consideraba duro y que segaba donde no sembraba y recogía donde no esparcía. Tuvo miedo, pero además consideró injusto que su patrón viniera a cobrar sin haber trabajado. Este servidor se escudó en un sin fin de excusas para no esforzarse y no comprendió tampoco que la estrategia era para que todos pudieran beneficiarse de forma justa; pues si el patrón lo hubiese sembrado todo también lo hubiera recogido todo. No vio más allá de su comodidad. El señor de ésta parábola, al ser el dueño de la riqueza, lo que buscaba cediéndola temporalmente era compartirla con sus siervos, pero no de cualquier manera, sino en la medida en que ellos la merecieran. Esto vendría determinado por el esfuerzo que cada uno imprimiese en ser buen administrador, es decir, en proporción a su fidelidad. Esta es la razón por la cual Dios nos manda a predicar su evangelio de paz y salvación en vez de bajar de los cielos y convencer personalmente a todos de su poder. ¿Cuál sería nuestro premio por ser obedientes y fieles si no tuviéramos una misión? Si Dios nos da una tarea es porque nos quiere premiar. Sostenemos la tesis de que Dios será evaluativo y misericordioso con aquellos quienes nunca conocieron a Jesús e incluso éstos pueden llegar a reinar junto con El. ¿Por qué? Porque Dios es justo, de modo que no llamará a alguien a quien no dio nada para pedirle cuentas.
Continuando en el tema del miedo ¿Qué ha dejado de hacer por el miedo? Si no puede con el miedo, cámbielo de lugar y adminístrelo. ¿Tiene miedo de invertir por no perder? Pues cambie el miedo de lugar e invierta por temor a quedarse siempre como está. Si tiene miedo de seguir estudiando y sacar un post-grado, cambie el miedo de lugar y estudie; porque lo que debería darle miedo es quedarse sin oportunidades de trabajo y de una vida mejor.
Siempre debemos saber qué hacer, para qué lo hacemos, cómo hacerlo y cuándo lo hacemos. Jesús dijo en la cruz del calvario que ya todo se había consumado, pues ya había cumplido lo que Dios le había enviado a hacer. Pida a Dios años de vida para terminar lo que debe hacer. Sea productivo y tenga el libro de su vida lleno de buenos resultados cuando llegue ante la presencia de Dios.
Al final de la parábola dice que el señor mandó a quitar el talento al hombre que no produjo nada y éste le fuera entregado al que tenía 10 talentos. Pregúntese si usted es la clase de persona a quien Dios podría confiar millones o si por falta de honestidad o empeño Dios podría dejar de confiar en usted. De esto se desprende que el criterio usado por Dios para repartir sus bendiciones no es dar a quien no tiene, o dar poco al que tiene mucho para equilibrar los patrimonios de la gente. Aquí Dios quitó al que menos tenía para darle más a quien más tenía. No es sencillo entender esto a primera vista. Lo que realmente sucedió en ésta parábola (y así ocurre en la realidad) fue que Dios le quitó al que no merecía para dar eso a quien más lo merecía. El que no trabajó perdió y ganó quien más se esforzó por haber demostrado en lo poco, que en lo mucho sería fiel. Por eso muchas veces observamos a personas que viven pobremente sin interés en progresar, mientras otros son bendecidos de forma cada vez más extraordinaria. De modo que nos urge ser buenos administradores de todo cuanto tenemos, no sólo para no perderlo, sino para que nos sea añadida aún más gracia de los cielos.
Pareciera que no, pero ser improductivo es una forma de pecado. ¿Piensa seguir pecando así? No producir es pecado. Si usted puede producir 100% y está produciendo 80%, tiene un pecado de 20%. Resuélvalo, porque la Biblia dice que quien tiene una falta y la confiesa y se aparta de ella alcanza misericordia; pero el que no la confiesa no prospera. Si puede hacer manualidades y ayudar a otros con esos fondos o generarles trabajo, hágalo. Si puede brindar comida, ayuda económica, asistencia profesional, moral o albergue al desprotegido, hágalo. Si puede sacrificar parte de su ventaja económica para colaborar con el necesitado, hágalo. Si tiene la facultad de consolar al afligido o de servir a los demás, o de escribir sobre temas edificadores, no espere a que nadie lo necesite…Hágalo. Si canta bonito en un karaoke ¿Qué tal dedicarle en algún momento una canción al Rey de Reyes quien halló complacencia en regalarle ese don? La prosperidad está ligada a la confesión de nuestras faltas. Apártese de todo lo que le haga peso, piense en positivo y prepárese para llegar a donde nunca ha llegado: Atrévase a ser una persona productiva.
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